Luchar contra fantasmas Desde hace ya varias décadas, una serie de forzados activistas han sacrificado sus fines de semana y buena parte de su tiempo libre a un fin en sí mismo loable: tachar o desfigurar todo lo posible los manifiestos publicitarios, tal como estos se exhiben, de manera en cierto modo impúdica, en los lugares más concurridos de las ciudades o en las paradas de ese transporte público por excelencia que son los autobuses urbanos. Ahora bien, sin tratar de condenar un ápice una labor que es en sí misma plenamente loable, hay que poner de relieve lo limitado de la misma, que reduce esas acciones antipublicitarias a su carácter testimonial. Y ello por dos razones: 1) porque la publicidad callejera es solo una fracción, en muchos casos insignificante, de la publicidad en su conjunto, tal como esta se exhibe, sin posibilidad de réplica, en nuestros televisores caseros en el conjunto de la red: y 2) porque la publicidad, como resulta obvio, solo es el escaparate, y con e...
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